martes, 29 de mayo de 2012

Un extraño encuentro


Es una maravilla poder disfrutar de vez en cuando, y más si sucede sin esperarlo, de una comedia de calidad, de las de antes, de ésas tras las que sales del teatro con buen sabor de boca y satisfecho de haber pagado la entrada. Algo así sucede al ver “Un extraño encuentro”, o “David y Eduardo” (se ha representado el mismo montaje con ambos nombres; el primero en gira, y el segundo afincado en el Lara de Madrid).

Se trata de una gran comedia de Lionel Goldstein que habla de David, un acomodado judío, que acaba de perder a su esposa. En el funeral, aparece un extraño, Eduardo, un interesante tipo de más o menos la misma edad que David, que también viene a despedirse de la misma mujer. Es lógico que entre ambos desconocidos surgirá una gran batería de preguntas que irán resolviéndose tras una cita en Central Park, y a través de escenas divertidas y emocionantes iremos descubriendo la vida, interesante y llena de peripecias, de un trío nada común.

Los protagonistas se vuelven enemigos por momentos, y confidentes o colegas en otros. Se admiran, sorprenden, entienden, reprochan, cuestionan, odian, e incluso dejan espacio para el afecto.

La crítica ha dicho: "Un delicioso encuentro", "degustación exquisita de puro teatro", "un duelo de caballeros", "una comedia como las de antes", "dos actores de raza sobre las tablas"… Definitivamente, estamos junto con “Venecia bajo la nieve” y “Tócala otra vez, Sam” ante una de las mejores comedias de la temporada (por suerte pudimos ver la última representación de su gira, aunque desconocemos si se repondrá). Esto es así porque no se basa en tacos, insultos, sexo o morbo para generar el acercamiento y la conexión con el público, sino que bastándose con su inteligente texto y unas insuperables interpretaciones se genera en los espectadores una sonrisa prácticamente continua durante toda la función.

Es una prueba del “menos es más”. Con sólo dos actores en el escenario (perdón, dos actorazos, Fernando Conde y Juan Gea), y una escenografía que casi cabe en el maletero de un coche, es poco lo que vemos en el escenario si lo comparamos con el resultado final que se ofrece. Sobre las tablas, sólo un banco, tres sillas, una mesa y una cesta de mimbre.

Como decimos, tal calidad no sería posible si en escena no estuvieran estos dos monstruos. Fernando Conde (ex del grupo Martes y Trece), compone un David sumamente entrañable y reconocible por todos. Se trata de un personaje conservador, atado al pasado, que irá transformando su mentalidad conforme se sucedan los encuentros con Eduardo. Conde se come el escenario sin problemas, mostrando un entendimiento con el público como pocas veces hemos visto. Que un actor haga comedia y resulte gracioso sin siquiera quererlo (o al menos que eso parezca) es de admirar.

Juan Gea, otro asiduo de las tablas españolas y pronto en “My fair lady”, junto a Paloma San Basilio, destaca principalmente por su voz (ambos tienen dicciones insuperables), ya que tiene quizá un papel menos lucido que su “contrincante”. Puede resultar algo exagerado en algunas escenas, pero por lo general su personaje es más que creíble. Salvando esto, además de algún evidente pero muy bien salvado despiste de guión por parte de ambos, se trata de una velada, sin duda, para recordar.

Por cierto, es de nuevo una pena que programando el calagurritano Teatro Ideal una obra profesional de tanta calidad, y a un precio tan barato, la taquilla no vendiera más de sesenta entradas. Más anunciada no pudo estar. Somos así…

Nota: 4/5
“David y Eduardo” o “Un extraño encuentro”, de Lionel Goldstein. Reparto: Fernando Conde y Juan Gea. Dirección: Ángel Fernández Montesinos. Duración: 100 minutos.
Teatro Ideal, 26 de mayo de 2012.

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