Es
una maravilla poder disfrutar de vez en cuando, y más si sucede sin esperarlo,
de una comedia de calidad, de las de antes, de ésas tras las que sales del
teatro con buen sabor de boca y satisfecho de haber pagado la entrada. Algo así
sucede al ver “Un extraño encuentro”, o “David y Eduardo” (se ha representado
el mismo montaje con ambos nombres; el primero en gira, y el segundo afincado
en el Lara de Madrid).
Se
trata de una gran comedia de Lionel Goldstein que habla de David, un acomodado
judío, que acaba de perder a su esposa. En el funeral, aparece un extraño,
Eduardo, un interesante tipo de más o menos la misma edad que David, que
también viene a despedirse de la misma mujer. Es lógico que entre ambos
desconocidos surgirá una gran batería de preguntas que irán resolviéndose tras
una cita en Central Park, y a través de escenas divertidas y emocionantes
iremos descubriendo la vida, interesante y llena de peripecias, de un trío nada
común.
Los
protagonistas se vuelven enemigos por momentos, y confidentes o colegas en
otros. Se admiran, sorprenden, entienden, reprochan, cuestionan, odian, e
incluso dejan espacio para el afecto.
La
crítica ha dicho: "Un delicioso encuentro", "degustación
exquisita de puro teatro", "un duelo de caballeros", "una comedia como las de antes",
"dos actores de raza sobre las tablas"… Definitivamente, estamos
junto con “Venecia bajo la nieve” y “Tócala otra vez, Sam” ante una de las
mejores comedias de la temporada (por suerte pudimos ver la última representación
de su gira, aunque desconocemos si se repondrá). Esto es así porque no
se basa en tacos, insultos, sexo o morbo para generar el acercamiento y la
conexión con el público, sino que bastándose con su inteligente texto y unas
insuperables interpretaciones se genera en los espectadores una sonrisa
prácticamente continua durante toda la función.
Es
una prueba del “menos es más”. Con sólo dos actores en el escenario (perdón,
dos actorazos, Fernando Conde y Juan Gea), y una escenografía que casi cabe en
el maletero de un coche, es poco lo que vemos en el escenario si lo comparamos
con el resultado final que se ofrece. Sobre las tablas, sólo un banco, tres
sillas, una mesa y una cesta de mimbre.
Como
decimos, tal calidad no sería posible si en escena no estuvieran estos dos
monstruos. Fernando Conde (ex del grupo Martes y Trece), compone un David
sumamente entrañable y reconocible por todos. Se trata de un personaje
conservador, atado al pasado, que irá transformando su mentalidad conforme se
sucedan los encuentros con Eduardo. Conde se come el escenario sin problemas,
mostrando un entendimiento con el público como pocas veces hemos visto. Que un
actor haga comedia y resulte gracioso sin siquiera quererlo (o al menos que eso
parezca) es de admirar.
Juan
Gea, otro asiduo de las tablas españolas y pronto en “My fair lady”, junto a
Paloma San Basilio, destaca principalmente por su voz (ambos tienen dicciones
insuperables), ya que tiene quizá un papel menos lucido que su “contrincante”. Puede
resultar algo exagerado en algunas escenas, pero por lo general su personaje es
más que creíble. Salvando esto, además de algún evidente pero muy bien salvado
despiste de guión por parte de ambos, se trata de una velada, sin duda, para
recordar.
Por
cierto, es de nuevo una pena que programando el calagurritano Teatro Ideal una
obra profesional de tanta calidad, y a un precio tan barato, la taquilla no
vendiera más de sesenta entradas. Más anunciada no pudo estar. Somos así…
Nota:
4/5
“David
y Eduardo” o “Un extraño encuentro”, de Lionel Goldstein. Reparto: Fernando
Conde y Juan Gea. Dirección: Ángel Fernández Montesinos. Duración: 100 minutos.
Teatro
Ideal, 26 de mayo de 2012.
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