martes, 20 de agosto de 2013

Taitantos



Los años pasan para todos. Hay quien lleva mejor la situación y a quien le supera. Básicamente ésta es la premisa de “Taitantos”, la última comedia estrenada en el madrileño Teatro Lara. La función es un monólogo protagonizado por la conocida actriz Nuria González, y está cosechando tantos éxitos que, de momento, permanecerá en cartel todos los fines de semana hasta mediados de octubre. Puede que sea la mejor comedia del verano, aunque por desgracia, sólo se representa tres veces por semana  (viernes 22h, sábados 23h, domingos 21h).

El personaje protagonista es Susana Duarte, una “cuarentona” (sin ofender) segura y decidida, creedora de poseer las riendas de su propia vida y de su videoblog de moda, que ya cuenta con miles de seguidores. Sin embargo, un comentario, una palabra y mal escrita, saca a la superficie todos esos miedos que, aunque vestidos de nuevos, permanecían enterrados durante toda una vida.

“Taitantos” es un monólogo bien escrito, con muchísimos puntos fuertes. Sin embargo, no luciría lo mismo si no lo condujera la intérprete que lo hace. No desvelaremos más porque se trata de una obra tremendamente divertida y que hay que ver, una idea quizá poco innovadora pero llevada a cabo de manera novedosa, y sobre todo una transformación de Nuria González encima del escenario en el que parece un papel hecho a medida. Más aún cuando, seguramente, la composición del mismo haya resultado más complicado para ella que para otra actriz algo más atractiva. Aun así, consigue que todo sea plausible y creíble, y nos recuerda a la convincente Martha de Carmen Machi en “Quién teme a Virginia Woolf” (pronto en una rápida gira) y aquella escena en que seduce al nuevo compañero de su marido.

Tuvimos la suerte de asistir a dos funciones de la obra. Es algo que no suele verse, pero en esta ocasión pudo claramente experimentarse la magia del teatro, del directo. Cómo una misma pieza puede adquirir un enfoque casi opuesto, verse desde un prisma completamente distinto. Y al tratarse de un monólogo, las diferencias se realzan. Es una sola persona quien manda, quien lleva el timón, y puede tomar las curvas más abiertas o más cerradas, conducir pausadamente o sin aliento. En la segunda función, con el teatro rebosante, primó la interacción entre público-intérprete y el ritmo casi cardíaco pero controlado, mientras que en la primera, el monólogo se llevó a cabo como probablemente se había pensado de partida. Poder hacer eso, y verlo, es fantástico.

El decorado es suficiente y muy correcto, sobrio para no robar la atención a la historia, y cómodo para la intérprete, ya que durante una serie de pasajes de vídeo –divertidísimos- la actriz ha de cambiar su vestuario en varias ocasiones.

En resumen, se trata de una función muy divertida y dinámica (estupenda mano de Cote Soler) sin dejar un momento de respiro al espectador, y sobre todo con una Nuria González que rebosa energía y un saber hacer sobre las tablas que pocas veces se han visto. Para que una sola persona mantenga un patio de butacas lleno durante hora y media consiguiendo que nadie pierda la atención, y que sea capaz de hacer un mundo distinto de cada función, hay que ser muy bueno. Si no la obra, la actriz merece que esta función se contrate por un teatro en horario continuo, con sus siete u ocho funciones por semana. Muy recomendable.

Valoración: 4/5
“Taitantos”, de Olga Iglesias. Intérprete: Nuria González. Dirección: Cote Soler. Duración: 90 minutos.
Teatro Lara, 4 y 9 de agosto de 2013.

viernes, 16 de agosto de 2013

Una semana, nada más



Muchas veces aquello que planeamos concienzudamente acaba por obtener el resultado opuesto al imaginado de partida. Es la moraleja de “Una semana… nada más”, comedia que puede verse en el Teatro Maravillas hasta el fin del verano. Echará el telón el próximo 22 de septiembre para dar paso a “El crédito”, la nueva comedia de Galcerán interpretada por Carlos Hipólito y Luis Merlo, la cual promete muchos meses en cartel ya de antemano.

El público ha apoyado durante estos meses veraniegos la obra del francés Clément Michel (autor de otros éxitos como “La caja”, vista hace poco en el Lara) y es que desde su estreno, ha ido ampliándose semana a semana con llenos absolutos. Son comprometidos los meses de “entre-temporadas”, cuando suelen contratarse espectáculos durante pocas semanas para ir ampliándolos o cerrarlos definitivamente sin necesitar mucha antelación. Esto sucede porque durante el verano, y sobre todo actualmente, es más complicado saber las preferencias de un público que, en Madrid, cambia. Sin embargo, comedias ligeras como la que nos ocupa lo han conseguido.

“Una semana, nada más” cuenta la historia de una joven pareja de recién casados que comienzan a vivir juntos y uno de ellos descubre que no está hecho para el otro. De ese modo, engañará a un amigo para que le ayude a finalizar su matrimonio mudándose durante una semana, nada más, a su casa.

Se trata de una comedia de enredo, con pinceladas –o más bien brochazos- del absurdo, pero que sin embargo resulta algo repetitiva conforme va avanzando. Es probable que el autor peque de intentar dinamizar a toda costa su corto metraje mediante el uso de escenas cortas muy similares, cuando lo que se necesitaría son secuencias más largas que aporten novedosas cuestiones a la trama.

Es de reconocer que varios momentos son desternillantes, aunque sea precisamente esa carcajada la que busquen, sin importar si lo que sucede en el escenario es escatológico a más no poder. A eso ayudan tres actores muy a la altura y un director que cada vez entiende mejor cómo funciona el terreno del humor teatral. Probablemente, sin ellos esta función no habría conseguido más que desaparecer tras unas pocas sesiones.

Antonio Hortelano y María Castro interpretan a esa pareja en crisis. Bien ella, y algo forzado él, aunque también lo parecía en “Burundanga”. Es simplemente su forma de actuar, que a nosotros no nos termina de convencer. Y excelente como siempre César Camino en su papel de amigo confundido que poco a poco va urdiendo un plan sin siquiera saberlo.

El decorado está muy bien explotado, y aporta mucho colorido y dinamismo a una función moderna que gustará a todos los públicos por sus varios momentos divertidos, pero de la que nos habremos olvidado en unos meses.


Valoración: 3/5
“Una semana, nada más”, de Clément Michel. Reparto: Antonio Hortelano, María Castro, César Camino. Dirección: Gabriel Olivares. Duración: 80 minutos.
Teatro Maravillas, 8 de agosto de 2013.

miércoles, 14 de agosto de 2013

El coloquio de los perros


Se acusa de “cervanticidio” a la versión libre que la compañía Els Joglars ha hecho de “El coloquio de los perros”, de Cervantes, actualmente en gira, y bajo el aval de la Compañía de Teatro Clásico. Algunos críticos hablan de “chistes malos, personajes zafios y situaciones truculentas en un despliegue de mal gusto (…)”. Y nos preguntamos, ¿no es un clásico algo que debe permanecer vigente? ¿Por qué no ha de poder versionarse y adaptarse de forma que pueda resultar inteligible e identificable en el S.XXI?

Comencemos explicando que “El coloquio de los perros” es un fantástico texto de Cervantes, perteneciente a sus Novelas Ejemplares, como suele saberse. Lo que quizá no se sepa es que, a pesar de considerarse un texto independiente, no puede serlo en última instancia, pues es en una de las novelas anteriores, “El casamiento engañoso”, donde un personaje da a leer esta historia a otro.

Los protagonistas de la versión son dos perros, Cipión y Berganza, dotados con el don del habla solamente por una noche. Encerrados en una perrera, narrarán al guarda de seguridad sus múltiples andanzas, la diversidad de amos que tuvieron a lo largo de los años, y las conclusiones que sacan acerca del mundo y de la existencia humana y canina. Tocan también temas como la diferencia de clases, pues los canes fueron tanto mimados cachorros como olfateadores de droga en aduanas, para más tarde volver a dirigir rebaños, etc.

El principal problema que para ciertos sectores del público puede suponer este montaje (como todos los de Els Joglars) es que la compañía se empeña, y es un ahínco estupendo, en actualizar todas las obras que representa; esto es, acercarlas a nuestros días. Siendo este su tercer Cervantes (tras “El retablo de las maravillas” y “En un lugar de Manhattan”, adaptación del Quijote), algo harán bien cuando los espectadores llenan de vítores y bravos el patio de butacas una vez termina el espectáculo. Sin embargo, aquella porción del público, como decimos, no logra entender que una obra puede evolucionar, versionarse, modificarse libremente sin que por ello pierda significado ni fuerza.

Tampoco merece mucha atención una crítica que literalmente reza “y olvidemos al susodicho Manolo a cargo de Xevi Vilà” o “los acusados han perpetrado con premeditación y alevosía un auténtico teatricidio contra la pieza cervantina, sin más propósito que alimentar su ego y aumentar su pecunio”. No puede desprestigiarse así el trabajo de un actor ni mucho menos de una compañía que lleva en pie más de cincuenta años. Cierto es que la composición del personaje del guarda no es la mejor y que además es el encargado de contemporizar la pieza. También es verdad que la función no será la de mayor calidad de la compañía, pero sin duda proporciona diversión al público y, ojo fieles cervantinos, un nuevo acercamiento a este clásico que, si no fuera por Els Joglars, no habría ocurrido.

En esta su primera obra como director del grupo, tras la marcha de Boadella para encabezar los madrileños Teatros del Canal, Fontserè no sólo se ha encargado de dirigir la pieza y protagonizarla, sino que también es el partícipe de la versión de la misma.

Ramón Fontserè y Pilar Sáenz realizan un trabajo de composición excelente, adaptando su propio cuerpo a la figura de un can, manos como patas, aullidos muy convincentes y posición en general más que correcta, sin que por ello deje de entenderse una sola palabra. Los secundarios no lo tienen más fácil; apenas han de corporeizar más de diez personajes distintos, algunos humanos, otros caninos, todos diferentes y con muy buen hacer. Xavi Vilà, como decíamos, está menos rodado. Su Manolo es quizá el único punto de demasiada actualidad que desentona. Sin embargo, ésa es la intención de Els Joglars, y resulta igual de válida que cualquier otra.

La escenografía, realizada con cuidada economía de medios, presenta seguramente menos decorado que en las primeras representaciones que de esta obra se hicieron siglos atrás. Con un cajón rectangular y medias máscaras (que pueden reflejar a la par dos personajes), además del buen uso de la iluminación, se levanta una función muy entretenida a la que, por poner un “pero”, puede que sobren una escena o dos.

El escenario ha de ser espacio de libertad, de juego y creación, no de ataduras. Habrá distintas visiones; muchas se verán como válidas, y otras como “teatricidio”, pero no olvidemos que quien manda y quien consume es el público, y en este caso, su posición es bien clara.

Valoración: 4/5
“El coloquio de los perros”, de Cervantes. Adaptación de Albert Boadella, Ramón Fontserè y Martina Cabanas. Reparto: Ramón Fontserè, Pilar Sáenz, Dolors Tuneu, Xavi Sais, Xevi Vilà. Dirección: Ramón Fontserè. Duración: 85 minutos.
La Cava, Festival de Teatro Clásico de Olite, 2 de agosto de 2013.