martes, 20 de mayo de 2014

Elepé


Por muchas veces que el autor Carlos Be lo haya oído, sí, su obra “Elepé” parece un texto original de Almodóvar. Es también una gamberrada muy consciente y cuidadosamente ordenada como aquéllas tempranas del malagueño, pero no. En esta ocasión el autor es otro. Tras ver “Dorian” la misma semana y oír maravillas sobre “Autostop” y “Exhumación”, queda claro que Carlos Be, que simpáticamente se autodenomina “beletrista”, no se detiene ante nada, y encima le sale bien.

“Elepé” es un texto divertidísimo, con unos personajes arrebatadores a los que es inevitable no coger cariño. Son arriesgados, inconscientes, soñadores, definiciones hechas carne del “carpe diem”. Se enmarca en los ochenta, una época en la que lo importante era vivir el momento, como fuese, pero vivirlo. Había que aprovechar la desaparición de la represión y soltar todo lo que había estado atado durante tantos años, pero por otra parte, todo límite tiene sus consecuencias, y eso también se toca en la obra.

Lucía es una camarera que sueña con ser actriz, Toñi es su mejor (y única) disparatada amiga y Ángel el nuevo portero de la discoteca en la que trabaja. El texto explora de forma hilarante la relación entre estos tres personajes tan “ochenteros”, y la alterna con pasajes musicales muy bien interpretados por los propios actores. No merece la pena desvelar más trama, debido a los giros argumentales tan decisivos.

Fran Arráez se lleva de calle la función. Desatado, atrevido, juguetón, borde, seco, etc. Está soberbio en un papel bastante petardo y desternillante, pero consigue no caricaturizarlo nunca. Como apunte personal, me tocó colaborar y ser el señor de Palencia, y eso ayuda a elevarlo ahora a las alturas. Carmen Mayordomo tiene una presencia arrolladora, si bien algo menos de vis cómica, y a Iván Ugalde le toca lidiar con el personaje más simplón de la obra, pero lo solventa con valentía y no desmerece en absoluto.

El reproche a la obra podría ser que algunas de las canciones del último tramo del espectáculo sean interpretadas en su totalidad y terminen por resultar algo largas, cuando de la mayoría se cantan sólo pasajes. Aun así, no es un dato que en absoluto robe puntos a una de las comedias más divertidas que se han podido ver últimamente en el circuito “off” de Madrid.

Comedia que deja muy buen sabor de boca. Continúa su andadura en la Casa de la Portera durante los domingos de mayo y junio. No se la pierdan.

Valoración: 4/5
“Elepé”, de Carlos Be. Reparto: Carmen Mayordomo, Fran Arráez, Iván Ugalde. Dirección: Carlos Be. Duración: 90 minutos.
La Casa de la Portera, 4 de mayo de 2014.

sábado, 10 de mayo de 2014

Dorian


¿Cómo de poderosa es la ambición? En ocasiones es superior al poder del dinero, del amor, del sentido común. El deseo es el hilo conductor de la archiconocida novela de Oscar Wilde, "El retrato de Dorian Gray", y el sexual es el predominante en la versión que el autor Carlos Be ha tomado y llevado a su terreno más absoluto.

La historia de Dorian Gray es harto conocida, por lo que sobra comentarla. De hecho, este montaje es distinto y su trama huye de todo lo fantástico del texto original para centrarse en lo terrenal y carnal. No podría esperarse otra cosa salvo una nueva vuelta de tuerca en ese templo recién nacido, esa bendición llamada Pensión de las Pulgas, en la que además de disfrutar de textos novedosos alternativos, hay cabida para clásicos modernizados como la apabullante MBIG o este Dorian.

En esta ocasión, se traslada la historia desde el siglo XIX original a nuestros tiempos, aunque en ocasiones no se muestre clara la época que se representa. Algunos pasajes parecen intemporales, poco enmarcados en el tiempo -para intencionadamente resaltar que los temas de la piel no pertenecen a una época concreta-. Otros, como el momento en la discoteca o la escena de sado son bastante más reconocibles como actuales, si bien tampoco aportan mucho a la historia más allá de la provocación que suscitan, que no es poca.

Los pasajes musicales funcionan, no sobran, pero son simplemente decorativos. Y si hay que elegir un tema para el montaje, no hay letra más apropiada que la de “Il venait d’avoir 18 ans”, aunque para rizar el rizo, se agradecería un mejor acento francés. Chirría un poco, por mucho que Dalida lo cantara así (siempre distó de estar bien pronunciado). Si por el contrario, el acento es consciente y pretendido, no hay problema, pero entra dentro de los gustos disfrutarlo más o menos. Por su parte, la canción en la discoteca se agradece por el momento de respiro que concede al público.

En cuanto al reparto, Carlos López compone un Dorian correctamente inocente e intimidado al inicio, en los pasajes con más personajes en escena, dada la inicial inexperiencia y juventud del joven. Aun así, y debido al cambio de trama, no demuestra demasiada progresión en un papel que en la novela se caracteriza por tener un recorrido emocional bestial y queda inevitablemente eclipsado por un reparto muy solvente. Aquí ya no hay ese narcisismo que iba creciendo dentro del joven, no se refleja esa admiración por sí mismo, sino que se opta por dejar muy clara la del resto hacia él. Cada personaje ansía por poseer en sí mismo la juventud y la belleza de Dorian, por lo que la tensión sexual es siempre palpable, al ser lo más cerca que estarán de poseer esas cualidades ya perdidas. Es un acercamiento distinto a Wilde que gana en ciertos puntos y pierde en otros.

El resto del reparto es espléndido, sin excepción. Por supuesto, merecen mención especial las tres damas. Por mucho que el reparto sea íntegramente masculino, los tres personajes femeninos acaban por resultar más creíbles que si fueran interpretados por muchas actrices. Y dentro de cada actor, los tres han definido mejor a Victoria, Sybil y Agatha que a los correspondientes masculinos. Hay que destacar obligatoriamente a Victoria, uno de los papeles más desconcertantes nunca vistos. Es tal la indecisión que cada vez que dice una frase no se sabe si es irónica, desesperada o simplemente graciosa, con lo que el público suelta una risilla nerviosa para compensarlo. Magistral.

No hay peor cosa que comparar, pero tampoco es tan descabellado hacerlo en dos montajes que tiran de hilo de la ambición. Es además inevitable siendo “Dorian” el sucesor de “MBIG” en la Pensión de las Pulgas. Así como en aquél la adaptación del texto de Shakespeare funcionaba a la perfección, en este Dorian hay un halo de encorsetamiento por las apabullantes frases de Wilde, como si no terminase por funcionar la versión al cien por cien. Siendo una propuesta muy rompedora, novedosa y atractiva (principalmente para un sector concreto), hay algunos pasajes concretos que no fluyen del todo y hacen que la atención se pierda.

Sin embargo, en otros momentos la atención está muy cuidada e inteligentemente dirigida a un punto concreto. Si nos fijamos en los momentos más chocantes visualmente, es un tremendo acierto que los personajes ya estén en acción una vez el público entra en las distintas habitaciones. Para cuando comienzan los diálogos, la inicial provocación ya ha llegado, está visto todo, y es momento de que el espectador se pueda centrar en el texto.

Se trata de un espectáculo muy recomendable para quien no haya visitado nunca los espacios teatrales emergentes del momento. Casi todo lo que allí se muestra son, además de montajes muy sólidos, verdaderas experiencias teatrales. Quedan sólo dos oportunidades para ésta: 13 y 20 de mayo. Vayan.

Valoración: 3,5/5
“Dorian”, de Carlos Be, sobre la novela “El retrato de Dorian Gray”, de Oscar Wilde. Reparto: Jorge Cabrera, Francisco Dávila, David González, Carlos López, Javier Prieto, Alfonso Torregrosa. Dirección: Carlos Be. Duración: 105 minutos.

La Pensión de las Pulgas, 1 de mayo de 2014.

martes, 6 de mayo de 2014

El crédito


Cuando en estos tiempos aparece una mina de oro, hay que exprimirla, y de momento "El crédito" va arrasando allá donde va. Después de casi una temporada entera en el Maravillas de Madrid, ha salido de gira y volverá a la capital en noviembre de este mismo año para, seguro, seguir llenando durante al menos una segunda temporada. Y es que cuando se junta un buen texto y dos actores superlativos, algo muy raro tiene que darse para que el invento no funcione.

La trama ya es conocida: un hombre en época de vacas flacas va a pedir un crédito a un banco, éste se le niega y a partir de entonces se genera un duelo cómico absurdo entre el banquero y el cliente, de consecuencias poco previsibles.

El texto es una maravilla, una comedia divertidísima, con su trasfondo y critica oculta (o no tanto). Lo atractivo es precisamente sacar de una premisa sencilla una carpintería teatral semejante, un combate sin respiro cuyas frases son siempre mejores que la anterior. Son muy pocas escenas y largas, y es una delicia ver cómo van construyéndose. Pocos podrían haber tejido este crédito como Jordi Galcerán, uno de nuestros mejores dramaturgos actuales, apuesta segura y generador de taquillazos. De nuevo acierta de pleno.

Las interpretaciones son sensacionales. Luis Merlo está notable en su Antonio, con la gracia que le caracteriza, pero sin ofrecerle a su papel mucha enjundia que no le hayamos visto antes. Y luego esta Carlos Hipólito, recientísimo ganador del premio Valle Inclán de teatro. Ése y todos deberían darle. Ya con su simpática entrada cual si se presentase en un ring de boxeo, sin mediar palabra, se mete al público en bolsillo, para después obsequiar al personal con un despliegue infinito de recursos, dicción y entonación perfectas y arrebatadora presencia escénica. La escena en la que, destrozado y a lagrima viva, habla por teléfono mientras el teatro entero se parte de risa es como para comprar otra entrada y volver al día siguiente. Es, sin lugar a dudas, uno de los mejores actores españoles, y de nuevo lo demuestra.

En cuanto a la dirección, Gerardo Vera vuelve a tirar de excelentes actores de forma que no tenga que trabajarlo mucho, básicamente dejándolos hacer, como ya se viera en "Agosto", "El cojo de Inishmann", etc. Aquí le vuelve a funcionar, pero no siempre tiene tanta suerte. Se habría agradecido un poco de ayuda a Luis Merlo a la hora de crear un papel más novedoso para su trayectoria y acorde con el texto, por bien que siga funcionando el de siempre.

Poco más que decir sobre uno de los montajes de la temporada. Va llenando allí donde va y nadie debería perdérselo, tanto aficionados del teatro como todo aquel dispuesto a pasar un rato tronchante. Se trata de un montaje muy comercial y de elevada calidad. Hay que ir.

Valoración: 4,5/5
“El crédito”, de Jordi Galcerán. Reparto: Carlos Hipólito, Luis Merlo. Dirección: Gerardo Vera. Duración: 80 minutos.
Teatro Gayarre, 30 de abril de 2014.

lunes, 5 de mayo de 2014

El huésped se divierte


Existe una dualidad peligrosa con el Teatro Lara. Probablemente no hay un espacio escénico en Madrid que este más aprovechado que “la bombonera”. Todos los días hay funciones, varias distintas, e incluso los lunes (el día festivo del teatro), siempre bajo el dominio de "Burundanga", esa máquina que lleva ya tres temporadas en cartel. Esto, que de partida debería ser una ventaja, y generalmente lo es, hace que a veces se descuide la calidad y en cierta medida a los espectadores.

Para empezar, el tremendo rendimiento que se saca a la sala hace que muchas funciones comiencen con retraso, y para seguir, el decorado de la obra principal obliga a las secundarias a limitar el suyo a la mínima expresión. En algunas como “Taitantos” o “Los miércoles no existen” es salvable y funciona, pero en otros no.

Es el caso de "El huésped se divierte", una obra del inglés Joe Orton, que merece un decorado bastante más elegante que un sofá y cuatro tablas que simulen una chimenea. Corrección: no es que lo merezca. No hay tanta calidad ni en el texto ni en la interpretación como para dejarlos actuar sin decorado. Los actores quedan completamente vendidos, y no hay un solo elemento que distraiga.

La trama es bastante simple. Un joven es acogido por una mujer de mediana edad en su casa. Tanto ella como su hermano no podrán resistirse a los encantos del chico, pero desconocen que su padre posee ciertos datos del pasado del joven que lo podrían poner en un aprieto.

A partir de entonces, como cualquier comedia de enredo, la trama ira complicándose, pero nada de manera espectacular. Ni las bromas consiguen una leve respuesta del público ni tampoco el tenue suspense es creíble. Se nota un buen intento de ofrecer una comedia disparatada diferente, bastante cínica, pero no consigue despegar.

Los actores, salvo por Sylvia Peleija, que aunque tremendamente exagerada resulta simpática, parecen desconcentrados, desganados, mas ocupados por hacer alarde de sus encantos, con mil y una posturitas, que de levantar la función. Si bien intentan ofrecer un tipo de humor distinto, no se ha definido bien. No parece que se haya trabajado una buena dirección, no se empatiza con los personajes en ningún momento; resultan demasiado lejanos y poco atractivos.

Por todas estas razones y quizá algunas mas, tristemente el montaje no será un éxito, y desde luego no en el Lara y con ese (inexistente) decorado. Con una revisión de texto y sobre todo una renovación en la dirección, mejoraría bastante. Si el problema era de financiación, se podría haber escogido otra obra.

Valoración: 1/5
“El huésped se divierte”, de Joe Orton. Reparto: Sylvia Peleija, David Rubio, Eleazar Ortiz, Manuel García. Dirección: Adrián Daumas. Duración: 100 minutos.
Teatro Lara, 1 de mayo de 2014.