Ocho
personajes atrapados en la nieve en un recién abierto hotel en el campo inglés.
Entre ellos, un asesino a punto de asesinar a su próxima víctima. Ambientación
claustrofóbica, en los años 40, y lleno de personajes de clase media, ésos con
los que tanto disfrutaba la maestra del suspense, Agatha Christie. Y parece que
no sólo era ella quien pasaba buenos ratos con estos personajes, sino también
el público, pues lleva la función tres temporadas consecutivas en Madrid.
Actualmente,
se encuentra en el Reina Victoria, y en el West End londinense lleva
ininterrumpidamente representándose desde hace la friolera de sesenta años (en
abril de 2008 contaba más de 23.000 funciones). Allí, en Londres, ha sido ya
interpretada por más de 400 actores, y uno de ellos, David Raven, supera las
4.600 funciones a sus espaldas).
La
fórmula es exitosa de partida: el riquísimo texto, que no ha sido modificado en
absoluto para las funciones madrileñas, sigue sin acartonarse debido a su
vigencia; y el reparto, de primeras atractivo por los rostros televisivos
que en él aparecen y con clásicos intérpretes de teatro como secundarios, atrae
en masa a los espectadores.
Esta
última razón, sin embargo, es la principal por la que, una vez comenzada la
representación, decae estrepitosamente. La pareja protagonista, actualmente
interpretada por Ana Turpin y José Troncoso, no muestra en absoluto la frescura
esperada ni el enamoramiento que se debería esperar por su juventud (principalmente por
culpa de él). Ella, algo más correcta en su personaje, tiene mayor problema con
la proyección de voz.
Los
secundarios, como cabía esperar, muestran las mejores interpretaciones. Álvaro
Roig tiene el papel más reducido, aunque se desenvuelve con soltura; Guillermo
Muñoz, Fermí Herrero y Arantxa de Juan (ésta última sólo aparece en el primer
acto, y no saludó con el resto de actores al final de la obra, algo que, para
nosotros, denota una clara falta de profesionalidad) cuentan con los papeles
más exagerados de la función, y los momentos más graciosos, por tanto, también
les pertenecen. Su histrionismo es premeditado y aciertan, pues es típico de
los roles en la universal escritora.
Aroa
Gimeno (“Amar en tiempos revueltos”) compone un personaje curioso. Tiene una
forma de interpretar que te atrapa, hace que, inevitablemente, te quedes
mirándola. Sin embargo, adopta una pose física que, aunque sería perfecta para
otro tipo de obras, es demasiado “moderna y actual” para ésta, y más todavía
según el enfoque general escogido. Por lo demás ofrece sin duda una de las
mejores interpretaciones.
El
batacazo soberano, en cuanto a lo actoral se refiere, lo firma sin duda
Guillermo Ortega, el televisivo Paco de “Aquí no hay quien viva”. ¿Quién podría
esperar ver al dueño de un videoclub como un jefe de policía de los años 40? Es
exactamente el mismo papel nervioso e indeciso el que vemos, cuando debería
mostrarnos todo lo contrario, según su personaje. Cuenta también con la peor
voz de todo el reparto, y eso tampoco ayuda en absoluto a que resulte más
creíble.
Quizá
el principal error sea la seguridad con que los actores representan este
espectáculo y lo aprendido que lo tienen. Hablamos de suspense, recordemos, por
lo que tienen especial importancia los silencios (algo acertado en el reciente
“Llama un inspector”, de Pou). En este caso, las contadas pausas parecen
irreales, e imaginas a los actores pensando: “Uno, dos, tres… ¡ya!”. Se espera
más sorpresa en sus interpretaciones, que mientan, que no se note que todos los
días repiten sus papeles. Es una de las dificultades de ser un buen actor: ha
de parecer que siempre es tu primera vez ante un texto, y no vomitarlo para
irte cuanto antes a casa.
Por
lo demás, la ambientación y decorados son espectaculares, así como el sonido de
fondo, la caracterización de personajes y coreografías. De hecho, en ocasiones
los actores forman bellas fotografías para el espectador, pues se distribuyen
muy bien por todo el escenario.
Del
archiconocido texto poco puede añadirse, salvo que todo el mundo debería
disfrutar de él, como mínimo, una vez en la vida. Y si se es amante del teatro,
cuantas más, mejor. De hecho, es el excelente texto, y los secundarios, lo que
salva por los pelos esta función en concreto, que resulta sin embargo de lo más entretenida
aunque no cuente, lástima, con la calidad que merece.
Nota:
2,5/5
“La
ratonera”, de Agatha Christie. Reparto: Ana Turpin, Guillermo Ortega, Arantxa
de Juan, Álvaro Roig, José Troncoso, Aroa Gimeno, Fermí Herrero, Guillermo
Muñoz. Dirección: Víctor Conde. Duración: 120 minutos más intermedio.
Teatro
Reina Victoria, 21 de abril de 2012.