miércoles, 20 de marzo de 2013

Fisterra



 Dos mujeres coinciden en un taxi camino a Finisterre, el “fin del mundo”. Una de esas ellas es Paz, una taxista gallega, y la otra Antonia, una peculiar pasajera catalana que se dirige al susodicho destino para esparcir las cenizas de su difunto marido en el mar. Juntas emprenderán una aventura sin vuelta atrás en la que nada es lo que parece, ni siquiera una vez que el público parece tenerlo todo claro. Cada una ha guardado durante años su historia a escondidas, y todo saldrá a flote a bordo de ese taxi, o alrededor de él.

No puede destaparse más de esta entretenida y salvaje historia. Cualquiera que no sepa la sinopsis y simplemente vea el cartel podría pensar que se trata de una versión modernizada y feminista de “Paseando a Miss Daisy”, de Alfred Uhry, sobre todo sabiendo que la pasajera iba a ser interpretada, en un principio, por la veterana Ana Diosdado. Nada más lejos de la realidad. Un humor mordaz, irónico y bastante bestia, principalmente en la segunda mitad de la pieza, colman una obra que busca sin excusas la libre carcajada del personal.

Si bien es cierto que la trama está plagada de giros inesperados, por momentos se echa de menos un humor algo menos escatológico y deslenguado. Hay escenas bastante tópicas, como la del vino, y quizá no le haga daño un recorte de un cuarto de hora al montaje, de modo que pueda resultar menos repetitivo. Los parlamentos finales son demasiado largos para lo que se cuenta (hablan de temas que podrían dar mucho de sí, pero tampoco están tan bien escritos).

Eva Hache se aleja por una vez de su faceta como monologuista para ofrecernos un protagonista en una obra cómica. De partida debería ser suficiente para que no parezca que seguimos asistiendo a un programa del Club de la Comedia, pero no. Sigue manteniendo sus dejes, que sin duda le funcionan y es lo que la mayor parte del público va buscando. Aunque nos parezca una excelente monologuista, esto no es suficiente para los que somos, en teoría, más exigentes. Simplemente no notamos diferencia.

Lo mismo pasaba con “la Hierbas” de Isabel Ordaz cuando asistimos, allá por 2006, a la desconcertante “Cuando era pequeña, gritaba”, de Sharman McDonald, un drama en toda regla en el que los espectadores se partían inexplicablemente de risa en casi todas sus intervenciones.

La “partenaire” de Hache, Ángeles Martín, sí que acierta en la creación de su personaje, y aunque no pudimos ver su anterior montaje, “La familia de Pascual Duarte”, de Cela, apostamos que el cambio de registro no ha podido ser más brusco. Nos presenta a una despistada y delirante catalana, con un rico despliegue de matices y caracterizada además para parecer de edad algo más avanzada. Es quien recibe las mayores carcajadas como respuesta, sin que parezca que las va buscando, al contrario que su acompañante, y demuestra mucha experiencia teatral a sus espaldas. Aun así, la química entre ambas es innegable.

Con un decorado sencillo y peculiar, centrado en un coche (del que entran y salen las protagonistas para dar más dinamismo a la acción, algo que se agradece), unas estructuras negras a cada lado y muy poco atrezzo, “Fisterra” es realmente un “tour de force” actoral que cojea intermitentemente de una pata, y un texto muy cómico pero también extremadamente trillado.

Tras el musical “Pegados”, que recibió dos premios Max, el binomio Ferrán González-Víctor Conde parece que sigue funcionando para la mayoría del público, que salió encantado de esta función. Aun así, algo nos dice que esta nueva pieza, a pesar de ofrecer un rato agradable, no va llevará una andadura tan larga ni críticas tan unánimes como aquélla. Hay mucho y mejor para ver.

Valoración: 2,5/5
“Fisterra”, de Ferrán González. Reparto: Eva Hache, Ángeles Martín. Dirección: Víctor Conde. Duración: 100 minutos.
Teatro Gayarre, 15 de marzo de 2013.