lunes, 26 de marzo de 2012

La importancia de llamarse Ernesto


  
 Se dice que “La importancia de llamarse Ernesto” es la comedia menos realista que cabe darse. Es como si tuviera lugar en un sueño. De ese sueño fuimos partícipes todos los asistentes al estreno absoluto de esta comedia dirigida por Alfredo Sanzol, el pasado 22 de marzo en el Teatro Gayarre de Pamplona.

Con actores profesionales navarros, y con uno de los directos que más despuntan en estas últimas temporadas con éxitos como “Sí, pero no lo soy”, “Días estupendos”, y más recientemente, “Delicadas” y “En la luna”, cabíamos esperar un espectáculo divertido, pero ante todo original.

El tema fundamental de la historia no es algo novedoso. Se trata de una comedia romántica de enredo, que nace de una equivocación, como prácticamente todas las del género. Una maleta acaba en el lugar equivocado, y en la misma se encuentra un bebé que tendrá que arreglárselas, casi, a su suerte. Ya crecido, se inventará un hermano ficticio, Ernesto, que le salvará de más de un apuro y al que utilizará para conquistar a la mujer de quien está perdidamente enamorado.

Oscar Wilde condena, de forma muy sutil pero sin piedad, las costumbres, normas y moral de la Inglaterra de la época victoriana. Fue su única comedia, y está considerada uno de sus mejores trabajos, según los críticos.

Como curiosidad, podemos decir que el título pierde su sentido al traducirlo del inglés al castellano. El nombre Ernest y la palabra “earnest” son homófonas, se pronuncian igual. La traducción de este término es “serio, honesto”, lo que no concuerda en absoluto (a posta) con el uso que se da al nombre propio de igual pronunciación. De ahí que los personajes femeninos no se harten de repetir: “Yo sólo me casaré con alguien cuyo nombre sea Ernesto… me inspira mucha confianza ese nombre”. Lo gracioso es que dicho Ernesto no existe y Jack, que crea el personaje en la obra, es un mentiroso de cuidado.

De esta comedia se han hecho cientos de versiones. Sólo en España, la han interpretado grandes figuras de nuestras tablas como Gemma Cuervo, José Luis Pellicena, Lola Herrera, Paco Valladares, Irene Gutiérrez Caba o José María Pou, entre muchos otros, y en el mítico Estudio 1 se presentaron dos o tres montajes diferentes. 

Dependiendo de la versión, la obra se divide en tres o cuatro actos (en esta ocasión fueron tres, creemos), y todo sucede con un ritmo vertiginoso. No hemos tenido ocasión de ver más montajes del mismo título, pero apostamos a que ninguno, o casi ninguno, se acerca a la velocidad con que éste sucede.

Durante algo más de hora y media ininterrumpida de función, pudimos ver sobre las tablas a algunos de los mejores actores profesionales de Navarra, como José María Asín, Aurora Moneo, Marta Juániz o Pablo del Mundillo, todos sensacionales. Iratxe García Uriz y Leire Ruiz sobresalen también como jóvenes promesas, pero es Patxi Larrea quien, para nosotros, destaca por encima de todos. Su papel puede ser el más lucido si se representa con gracia, y a él le sobra. Es en los momentos compartidos con Jack (Txori García Uriz, quizá el menos notable, desde nuestro punto de vista) en los que su vis cómica se desata y se luce como ninguno.

Con una dirección cuidadísima (eso se nota), y con unas interpretaciones soberbias por parte de todos, desconocemos si habrá gira de este montaje, pero si lo ven cerca de su ciudad, no duden en asistir para contemplar un sueño, como lo llaman, tremendamente absurdo y divertido, que analiza la sociedad mucho más de lo que puede aparentar en un principio.


Nota: 3,5/5
"La importancia de llamarse Ernesto", de Oscar Wilde. Reparto: José María Asín, Iratxe García Uriz, Txori García, Marta Juániz, Patxi LArrea, Leire Ruiz, Pablo del Mundillo, Aurora Moneo. Dirección: Alfredo Sanzol. Duración: 100 minutos.
Teatro Gayarre, 22 de marzo de 2012.

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