jueves, 24 de octubre de 2013

El nombre de la rosa


“El nombre de la rosa” es una famosa novela de aventuras de Umberto Eco publicada en 1980. Es la historia de Guillermo de Baskerville, un fraile franciscano que, acompañado por su discípulo Adso de Meik, se adentra en los oscuros secretos de una abadía benedictina con el objetivo de resolver un misterioso caso de asesinatos que los monjes ven como un mensaje pre-apocalíptico.

Este montaje es la primera adaptación teatral de la novela, ya convertida en una exitosa película no mucho después de la publicación de la novela. Destaca por ser un montaje extremadamente oscuro; en ocasiones, la escasa luz se proyecta lo justo como para poder distinguir a los personajes, y el truco funciona para resaltar un mundo en el que prima el recogimiento, pero también los secretos. Además, se apoya en una extraordinaria escenografía, comprendida por unos paneles móviles que, colocados en cada una de las múltiples escenas en un lugar distinto, simulan perfectamente los diferentes recovecos de la abadía.

Sin embargo, hay varios puntos importantes causantes de que el espectáculo no termine de cuajar. En primer lugar, el metraje es excesivo. A pesar de que, como se ha señalado, la escenografía es espectacular y los movimientos de la misma están perfectamente coreografiados, existen demasiadas escenas para tan poca variación entre ellas. La luz también acaba viéndose perjudicada, ya que, aunque muy bien elegida, funcionaría mejor para una obra más corta.

Otro factor a tener en cuenta es el reparto. A un plantel de secundarios excelentes se suman dos protagonistas que disminuyen el nivel y el ritmo de la función. Juanjo Ballesta, en su primer papel teatral y siendo esto tristemente –así somos- el reclamo principal del montaje, no logra colocar una dicción mínima que permita la comprensión de su texto por parte del público, y eso que prácticamente no tiene. Físicamente, la elaboración del personaje, siempre temerosa, es correcta, aunque tampoco este aspecto ofrecía mayor dificultad.

Por otro lado, Karra Elejalde, multipremiado actor de larga trayectoria, consigue atrapar al espectador por su saber hacer sobre las tablas, y no por una comprensión total de su personaje –él sí que tiene mucho texto y complicado, así como varios tropiezos con el mismo, aunque consiga salvarlos-. Su vis cómica también es culpable de que el público vaya de su mano, pero eso no justifica que no se vea ni la sombra de un fraile en su interpretación. Parece otro Sherlock Holmes, al que no afectan los asesinatos; no parece en absoluto un religioso. Es palpable, eso sí, su química con Ballesta.

El resto de secundarios son más que solventes, destacando el siempre excelente Miguel Munárriz y su doblete, Cipri Lodosa con el ciego Jorge de Burgos, e Inma Pedrosa en su breve pero intenso personaje de mendiga.

En resumen, se trata de un montaje que ha iniciado su gira navarra recientemente y que irá mejorando, pero que si entretiene es porque la historia está muy bien escrita, y no porque el montaje logre colocarse a la altura.

Valoración: 2,5/5
“El nombre de la rosa”, de Umberto Eco. Reparto: Karra Elejalde, Juan José Ballesta, Pedro Antonio Penco, David Gutiérrez, Cipri Lodosa, Jorge Mazo, Koldo Losada, José María Asín, Miguel Munárriz, Javier Merino, César Novalgos, Inma Pedrosa. Dirección: Garbi Losada. Duración: 115 minutos.
Teatro Gayarre, 18 de octubre de 2013.

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