viernes, 30 de noviembre de 2012

De ratones y hombres


Hace unos días pudimos ver una de las últimas creaciones de Miguel del Arco, “De ratones y hombres”. Del Arco ya se ha convertido en uno de los directores por excelencia de nuestra escena; algunos lo llaman Rey Midas sin poco acierto, pues tras “La función por hacer”, “Veraneantes”, “Juicio a una zorra” y “El inspector”, entre otras, saca de gira este Steinbeck por toda España para dejar constancia de que todavía hay mucho que decir y, sobre todo, muchas formas de hacerlo. Esperamos con impaciencia “Deseo”, su nueva creación.

Para quien no conozca la trama, “De ratones y hombres” es una historia estremecedora con un final terrible. Cuenta las andaduras de George y Lennie, dos trabajadores de campo itinerantes, casi esclavos. El primero, no queda claro si por relaciones familiares, morales o de amistad, cuida del segundo, retrasado mental. Siempre han de estar escapando de las granjas debido a las meteduras de pata de Lennie, hasta que caen en una en la que podrán ver hechos realidad sus sueños de ganar dinero y comprar una casa… o no. En la granja se encontrarán con diversos personajes de igual o menor suerte, todos infelices pero sin perder de vista los sueños que nunca serán capaces de cumplir.

La obra se enmarca en el período de la Gran Depresión americana. Quizá por eso este drama social sea tan reconocible en el contexto actual, artífice de pobreza y exclusión de miles de personas. Es probable que ésta no sea la mejor obra de Steinbeck ni la que mejor representa las diferencias casi dictatoriales empresario-obrero de antaño; de hecho aquí el levantamiento y paralela impotencia del trabajador sólo se representa por la fuerza bruta de un disminuido mental, y eso pasa muy desapercibido para el espectador. Lo claro es que se trata de un cuento de marginados: sobre todo tres personajes ansían la compañía de otros sin poder tenerla. Son, coloquialmente hablando, “el negro” (Crooks), “la mujer” (la esposa de Curley; no tiene ni nombre), y “el subnormal” (Lennie).

Dejando a un lado por un momento este fabuloso montaje, es curioso ver cómo en esta temporada teatral se están presentando montajes quizá menos atractivos para el público asiduo, en principio, pero cada vez más necesarios y concienciados con su tiempo, en la medida en que retratan con historias ya por todos conocidas las fases que la sociedad va transitando. Podemos observar con asombro entonces la genialidad de los antiguos escritores y la vigencia de sus obras cientos, o incluso miles de años después.

Así como hay montajes en los que el poder actoral prima sobre el resto, en este cobra especial importancia la parte técnica, decorado, escenografía, luz, sonido… Es todo un espectáculo visual más que una obra de teatro. Las transiciones entre escenas son bellísimas de ver por lo casi cinematográfico que poseen. Muy acertado el uso de cintas de correr, así como la doble apariencia que cobra el mismo decorado entre el comienzo y la segunda escena. Quizá sea el sonido el único aspecto que estorba en ciertos momentos por su volumen.

Las interpretaciones no son peores por llamar en conjunto menos la atención. Cada personaje está perfectamente estudiado, ejecutado y enmarcado en su situación. Cayo y Álamo regalan un tándem de excepción; no podía ser de otra manera conociendo sus anteriores trabajos. Quizá entre el público llame más la atención la interpretación del disminuido Lennie, al que Álamo llena de humanidad sin caricaturizar en absoluto, pero es George el que para nosotros está mejor encajado; es el verdadero protagonista de la historia y el que nos parece más complicado de representar. Alude a una naturalidad aplastante y una actualidad en sus expresiones y maneras de modo que la historia sea más reconocible para el público. Lo consigue con sobresaliente.

El resto (Buale, la siempre estupenda Escolar, Canal…) están soberbios. Como pequeña objeción, ralentizaríamos un poco la primera conversación de Canal, de tanta importancia para la historia; el montaje es largo pero en absoluto aburriría si se diera más calma a esa escena.

Sigue de gira; corran a verlo.

Valoración: 4/5
“De ratones y hombres”, de John Steinbeck. Reparto: Fernando Cayo, Roberto Álamo, Antonio Canal, Irene Escolar, Eduardo Velasco, Diego Toucedo, Alberto Iglesias, Emilio Buale, Josean Bengoetxea, Rafael Martín. Dirección: Miguel del Arco. Duración: 130 minutos.
Teatro Gayarre, 9 de noviembre de 2012.

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