Hace
unos días pudimos ver una de las últimas creaciones de Miguel del Arco, “De
ratones y hombres”. Del Arco ya se ha convertido en uno de los directores por
excelencia de nuestra escena; algunos lo llaman Rey Midas sin poco acierto,
pues tras “La función por hacer”, “Veraneantes”, “Juicio a una zorra” y “El
inspector”, entre otras, saca de gira este Steinbeck por toda España para dejar
constancia de que todavía hay mucho que decir y, sobre todo, muchas formas de
hacerlo. Esperamos con impaciencia “Deseo”, su nueva creación.
Para
quien no conozca la trama, “De ratones y hombres” es una historia estremecedora
con un final terrible. Cuenta las andaduras de George y Lennie, dos
trabajadores de campo itinerantes, casi esclavos. El primero, no queda claro si
por relaciones familiares, morales o de amistad, cuida del segundo, retrasado
mental. Siempre han de estar escapando de las granjas debido a las meteduras de
pata de Lennie, hasta que caen en una en la que podrán ver hechos realidad sus
sueños de ganar dinero y comprar una casa… o no. En la granja se encontrarán
con diversos personajes de igual o menor suerte, todos infelices pero sin
perder de vista los sueños que nunca serán capaces de cumplir.
La
obra se enmarca en el período de la Gran Depresión americana. Quizá por eso
este drama social sea tan reconocible en el contexto actual, artífice de
pobreza y exclusión de miles de personas. Es probable que ésta no sea la mejor
obra de Steinbeck ni la que mejor representa las diferencias casi dictatoriales
empresario-obrero de antaño; de hecho aquí el levantamiento y paralela
impotencia del trabajador sólo se representa por la fuerza bruta de un
disminuido mental, y eso pasa muy desapercibido para el espectador. Lo claro es
que se trata de un cuento de marginados: sobre todo tres personajes ansían la
compañía de otros sin poder tenerla. Son, coloquialmente hablando, “el negro”
(Crooks), “la mujer” (la esposa de Curley; no tiene ni nombre), y “el
subnormal” (Lennie).
Dejando
a un lado por un momento este fabuloso montaje, es curioso ver cómo en esta
temporada teatral se están presentando montajes quizá menos atractivos para el
público asiduo, en principio, pero cada vez más necesarios y concienciados con
su tiempo, en la medida en que retratan con historias ya por todos conocidas
las fases que la sociedad va transitando. Podemos observar con asombro entonces
la genialidad de los antiguos escritores y la vigencia de sus obras cientos, o
incluso miles de años después.
Así
como hay montajes en los que el poder actoral prima sobre el resto, en este
cobra especial importancia la parte técnica, decorado, escenografía, luz,
sonido… Es todo un espectáculo visual más que una obra de teatro. Las
transiciones entre escenas son bellísimas de ver por lo casi cinematográfico
que poseen. Muy acertado el uso de cintas de correr, así como la doble apariencia
que cobra el mismo decorado entre el comienzo y la segunda escena. Quizá sea el
sonido el único aspecto que estorba en ciertos momentos por su volumen.
Las
interpretaciones no son peores por llamar en conjunto menos la atención. Cada
personaje está perfectamente estudiado, ejecutado y enmarcado en su situación.
Cayo y Álamo regalan un tándem de excepción; no podía ser de otra manera conociendo
sus anteriores trabajos. Quizá entre el público llame más la atención la
interpretación del disminuido Lennie, al que Álamo llena de humanidad sin
caricaturizar en absoluto, pero es George el que para nosotros está mejor
encajado; es el verdadero protagonista de la historia y el que nos parece más
complicado de representar. Alude a una naturalidad aplastante y una actualidad
en sus expresiones y maneras de modo que la historia sea más reconocible para
el público. Lo consigue con sobresaliente.
El
resto (Buale, la siempre estupenda Escolar, Canal…) están soberbios. Como
pequeña objeción, ralentizaríamos un poco la primera conversación de Canal, de
tanta importancia para la historia; el montaje es largo pero en absoluto aburriría
si se diera más calma a esa escena.
Sigue
de gira; corran a verlo.
Valoración:
4/5
“De
ratones y hombres”, de John Steinbeck. Reparto: Fernando Cayo, Roberto Álamo,
Antonio Canal, Irene Escolar, Eduardo Velasco, Diego Toucedo, Alberto Iglesias,
Emilio Buale, Josean Bengoetxea, Rafael Martín. Dirección: Miguel del Arco.
Duración: 130 minutos.
Teatro
Gayarre, 9 de noviembre de 2012.
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