Alfredo
Sanzol se ha convertido, sin ninguna duda, en uno de los directores teatrales
actuales de mayor rotundidad y éxito. Sus montajes ya son toda una garantía no
sólo de diversión, sino de comecome mental. En esta ocasión nos regala “En la
luna”, un planteamiento algo marciano de su propia época de infante. Sin tratarse
de un texto autobiográfico, sí que ha abordado temas y situaciones muy
reconocibles por todo aquel que recuerda su propia infancia con algo de
claridad.
La
fórmula de Sanzol, basada en pequeños sketches relacionados entre sí, que
juntos forman la obra en cuestión (vimos su excelente trilogía el año pasado, suma
de “Risas y destrucción”, “Sí, pero no lo soy” y “Días estupendos”) ya se ha hecho
un hueco en el panorama del escenario de nuestros días, de tal modo que si sólo
viéramos una breve escena de cualquiera de sus obras, reconoceríamos enseguida
la mano de este soberbio director.
“En
la luna” nos habla, como decíamos, de recuerdos, de policías ladrones, de
fórmulas para curar las enfermedades más atroces, de extravagantes cumpleaños,
de sexo, de desenterrar fosas comunes… todo ello hilado entre quince escenas, a
cuál mejor, que reflejan la memoria histórica de finales de los 70, comienzos
de los 80. Estos recuerdos pueden, o no, ser reales, pero el tejido que los une
explica a la perfección el paso del estado franquista al nacimiento de la
democracia.
No
hemos de olvidar que se trata de una comedia en ocasiones absurda, y no de un
dramón al que estamos acostumbrados gracias a nuestro repetitivo cine, en el
que parece que hemos olvidado todo rastro de nuestra historia (que, por cierto,
no debe ser corta) para centrarnos en aproximadamente diez años que definen lo
que somos hoy. Se agradece por fin un planteamiento original a la segunda época
más trillada del último siglo.
El
hecho de que el montaje tome lugar en la luna (algo que se nos obliga a
imaginar) nos lleva premeditadamente a tomar distancia con los hechos, a pesar
de resultar tan reconocibles. Con La Tierra de fondo, la exageración utilizada
(en ocasiones no tanto como parece) ayuda al espectador a darse cuenta de lo
marciano de algunos de nuestros comportamientos más habituales.
Debido
a la falta de decorado (apenas un ventilador manual y un cochecito de bebé), el
peso del montaje recae sobre el impresionante sexteto de intérpretes. Todos ellos
(Juan Codina, Palmira Ferrer, Nuria Mencía, Luis Moreno, Jesús Noguero y Lucía
Quintana) recrean un grupo coral en el que es complicado resaltar sólo a uno. El
reparto de escenas es tan equilibrado y el lucimiento tan equiparado que sólo
queda alabar todas y cada una de las caracterizaciones, que no son pocas.
A
reseñar las hilarantes escenas del cumpleaños, la deuda que deja Franco y el
fragmento de los policías atracadores. Y por criticar algo, debemos confesar
que no entendemos la aparición por sorpresa de infantes (los imaginamos, desde
luego) tan deslenguados, hablando de sexo sin ningún tabú. Es la forma en que
hablamos al tener esa edad, es cierto, sin pelos en la lengua, pero no creemos
que ese fragmento compacte con la obra tan armónicamente como el resto de
escenas. Aun así, si pueden, no se la pierdan; es de lo mejor de nuestra escena
actual.
Valoración:
4/5
“En
la luna”, de Alfredo Sanzol. Reparto: Juan Codina, Palmira Ferrer, Nuria
Mencía, Luis Moreno, Jesús Noguero, Lucía Quintana. Dirección: Alfredo Sanzol.
Duración: 115 minutos.
Teatro
Gayarre, 26 de octubre de 2012.
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