miércoles, 27 de agosto de 2014

Pluto


Cuenta la leyenda que Zeus dejó ciego a Pluto, el rey del dinero, para que no fuera consciente de cómo repartir su riqueza entre las personas, lo que provocó la desigualdad y diferencia de clases. Lo que se desconoce es qué sucedería con un reparto justo, y probablemente nunca se sepa. Por eso el final de la comedia de Aristófanes queda abierto: el mismo dilema se presentaba hace 2500 años y no hemos sido capaces de llegar a una conclusión.

El planteamiento de Magüi Mira, su directora, es el de una comedia musical deslenguada, casi una revista, que se acerque lo máximo posible a nuestra actualidad para que la historia resulte reconocible, y en parte lo consigue. Sin embargo, por otro lado da la sensación de que el espectador asiste a ese acercamiento de forma algo brusca y poco aprovechada; se intenta calzar el mensaje político casi en cada intervención, y por mucho que tenga el texto que ver, no siempre funciona y acaba por cansar.

Tampoco las canciones cumplen del todo con el objetivo que pretenden. Aunque no desentonan y están bien interpretadas, no puede evitarse la sensación de que sin ellas el espectáculo quedaría cojo y de que el texto, de no mucha enjundia, necesita aderezos para poder convertirse en función.

Para la función en el Niemeyer se apostó por realizar un recorte de recursos, presentes en el festival de Mérida, que quizá debería revisarse. Se eliminó al coro formado por diez personas, que seguro aportaban mucha más espectacularidad a la obra, y se dejó sólo a un músico de los cuatro iniciales. Aunque el coro sería aconsejable de aquí a futuras funciones (lástima que también incrementaría gastos), la música que aporta Marco Rosa –también coautor de los temas junto a Gurruchaga- basta y sobra para ambientar magistralmente todo el montaje, y no necesita ningún tipo de apoyo.

Cada montaje tiene sus distinciones, y en este caso destaca positivamente la propuesta de que todos los actores formen un coro oculto tras máscaras pero siempre presente en escena (bello homenaje a la tradición clásica), que rompe su formación cuando hay una nueva intervención, con movimientos coreográficos, también presentes durante las canciones. Esta coreografía de Denise Perdikidis, así como el vestuario de Caprile (muy presente últimamente en nuestro teatro), resultan ser de lo más destacable de este “Pluto”.

Las interpretaciones tienen buena intención y son correctas, pero sin ninguna maravilla. Cierto es que el montaje acaba de estrenarse y con unas cuantas plazas más mejorará, pero ya de por sí el texto no destaca por aportar personajes complejos. Javier Gurruchaga es el protagonista indiscutible de la función, aportando a sus dos papeles su manera de actuar tan característica. Destacan también Marcial Álvarez, cuyo Crémilo es bastante más acertado que su Don Luis de "La dama duende", y Juan Meseguer, de breve intervención pero muy resultona. Los demás tienen, por desgracia, participaciones menos agradecidas, que sólo consiguen arrancar alguna sonrisa debido a los añadidos cómicos propios de la adaptación de Emilio Hernández, por lo general bastante fáciles.

“Pluto” es una historia simpática, entretenida y que además pretende remover conciencias, lo cual siempre es positivo. Sin embargo, el planteamiento no acaba de despegar y termina por resultar una sátira que aunque curiosa de ver, no aporta mucho.

Valoración: 2,5/5
“Pluto”, de Aristófanes. Reparto: Javier Gurruchaga, Marcial Álvarez, Jorge Roelas, Ana Labordeta, Marisol Ayuso, Juan Meseguer, Sergio Otegui, Toni Misó, Cayetano Fernández. Dirección: Magüi Mira. Duración: 105 minutos.
Centro Niemeyer, 15 de agosto de 2014.

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