sábado, 12 de enero de 2013

El diccionario



Sería conveniente, de vez en cuando y aunque no lo hagamos, pensar en quién es el autor o artífice de ciertas herramientas que nos facilitan la vida sin que nos demos cuenta. Seguro que gran parte de la juventud desconoce quién fue María Moliner, la autora del Diccionario de uso del español. Cómo algo que vemos tan obvio, tan innato en las personas pudo haber sido pulido por alguien tan, digamos sin que resulte peyorativo, corriente, resulta inaudito.

En un tiempo de represión política tan duro para las mujeres como fue la primera mitad del S.XX, María Moliner tuvo la gran suerte de estudiar y poder formarse en diversas materias que la llevarían a trabajar en muchas bibliotecas del país. Su trabajo allí, además de la observación del entorno que la rodeaba, hizo que se pusiera manos a la obra y comenzara la larguísima e inacabable elaboración de un diccionario que no estuviese marcado por el período político del momento, como sucedía. Además, propuso algunas mejoras a los ya existentes, rechazadas entonces y aceptadas tiempo después (ordenación de la letra LL en L, y de la CH en C, criterios no adoptados en la RAE hasta 1994).

Sin embargo, la mayor parte de su vida estuvo condicionada por el cuidado de sus hijos y su marido (enfermo y finalmente ciego), y durante casi sus últimos diez años sufrió una enfermedad degenerativa conocida como arterioesclerosis cerebral, que iría poco a poco eliminando toda su capacidad intelectual.

Dejando aparte biografías, parecía conveniente señalar brevemente la historia de esta mujer que nunca llegó a ocupar una butaca en la Real Academia Española.

El montaje en cuestión es “El diccionario”, de Manual Calzada Pérez, dirigido por José Carlos Plaza. Se trata de una obra interesante en cuanto a formato. En un principio parecería lo correcto que se nos presente en forma de biopic melodramático, evitando formas barrocas tan en disonancia con la personalidad de Moliner. Sin embargo, la función viaja y vuelve atrás en años y momentos esenciales en la vida de esta mujer, sin un orden aparente pero respetuoso; no choca.

Aunque en un principio podría parecer aburrido un espectáculo que habla de la vida de una mujer que pasó quince años definiendo y ordenando términos de nuestro idioma en miles de fichas, el autor consigue atraer la atención del público hacia la historia de una mujer que no quiso sino corregir aquello que, objetivamente, era incorrecto, para que la sociedad se organizara en un pueblo de seres pensantes, no de borricos.

Humor, drama, ternura e historia se unen en un bello espectáculo que no podría estar interpretado por una actriz cualquiera. Es la siempre excelente Vicky Peña la encargada de ofrecer al respetable una interpretación difícil de olvidar, sobrada de dicción, recursos y matices, con escenas que quitan el hipo. La consulta con el neurólogo en que empieza a tener alucinaciones, así como el discurso final (que nunca dio) en la RAE, agraciados por la calidez del Teatro de la Abadía, y quizá algo entorpecidos por una línea musical tétrica casi presente durante toda la función, son ciertamente hipnóticos. Nos encanta cómo va representando el deterioro mental con tanta maestría.

Helio Pedregal responde con sobresaliente también, a pesar de que el peso de la función recae en su totalidad sobre la actriz. Buena elección que el neurólogo casi se relama al ver frente a él la posibilidad de una nueva forma de delirio (no cree que la mujer esté escribiendo un diccionario, cuando va a visitarlo por primera vez). No sobraría una mayor relación de admiración posterior (que ya la hay) entre médico y paciente. Ayuda a entender, una vez descubre la verdad, lo mal tratada que fue la figura de María Moliner en su tiempo; otros, haciendo mucho menos, obtuvieron mucho más.

Lander Iglesias acierta al ofrecer lleno de humanidad al marido de Moliner, aunque quizá en puntos concretos pueda resultar algo forzado e histriónico (no en la tónica general). Entendemos a la perfección su situación y su irritación ante la absoluta entrega de su esposa a las fichas y las palabras, que no ayudarían en su vida matrimonial ni familiar.

Vestuario y escenografía son más que correctos y no hacen sino sumar puntos a un montaje del que, dicen, habrá gira. Todavía no hay fechas, pero si la información es cierta, es algo más que positivo. Se necesita, más ahora que nunca, teatro comprometido con nuestra historia como éste dando vueltas por el país.

Valoración: 4/5
“El diccionario”, de Manuel Calzada Pérez. Reparto: Vicky Peña, Helio Pedregal, Lander Iglesias. Dirección: José Carlos Plaza. Duración: 100 minutos.
Teatro de la Abadía, 30 de diciembre de 2012.

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