miércoles, 11 de julio de 2012

Los hombres no mienten


Miente quien diga que Arturo Fernández no es uno de los referentes de nuestras tablas, uno de los actores más queridos y carismáticos de nuestra escena y alguien que ha creado escuela, una manera de interpretar que, guste más o menos a espectadores concretos, tiene un éxito para nada efímero.

Muestra de ello es su “nuevo espectáculo” (lleva más de un año con él), que aparca en el Gayarre de Pamplona esta semana, de lunes a viernes, como evento teatral destacado de las fiestas de San Fermín del presente año. Tuvimos la oportunidad de disfrutar su primera función.

La propuesta tiene el título “Los hombres no mienten”, con el “no” tachado en el cartel de presentación de la obra, como referencia a lo que podemos encontrarnos en esta pieza. La obra trata sobre, como es lógico, mentiras, infidelidades, sexo, la erosión en la pareja, y algún otro tema, siempre con un nexo cómico de unión.

Es un montaje dirigido, principalmente, para la gente mayor. Son los que más lo disfrutarán. Dirigido por el propio Fernández, la obra obtuvo el premio Molière 2010 en París, aunque mucho han debido adaptarla si realmente fue la mejor obra de aquel año.

Dejemos por un momento a un lado el hecho de que Arturo Fernández se presenta mejor que nunca, a sus 83 años (aunque aparente sin problema veinte menos), dominando el territorio escénico cual si fuera el mejor torero en la plaza más fácil, con una presencia, actuación y proyección de voz insuperables, y mostrando una afinidad con su público pocas veces vista.

Pasemos, por tanto, a hablar de la obra en sí. En la primera escena (larguísima), el matrimonio se confiesa sus relaciones extramatrimoniales, reservando alguna sorpresa. En la segunda parte, el tercero en discordia (o eso parece) es invitado a una comida en la casa de los primeros (impresionante decorado, por cierto), donde se le intentará arrebatar una confesión. Y en la tercera escena, se descubre el tomate.

A la función le sobra, como poco, media hora. Y las interpretaciones, salvando a Fernández, dejan bastante que desear. Sonia Costelo, de impecable dicción (se nota su preparación como presentadora de informativos en Galicia), se presenta demasiado exagerada en ciertas escenas; y Carlos Manuel Díaz, se enfrenta a su personaje de manera algo más correcta, pero muy desigual, soltando unos chillos en momentos puntuales que hacen al espectador sentirse incluso incómodo debido a semejante histrionismo.

Por otra parte, nos parece que en este tipo de obras, en las que la improvisación juega un papel importante, hace falta una compenetración en el reparto que en esta ocasión no se muestra. Fernández es el rey de la improvisación, pero sólo en primera persona. Incluso a veces se suelta tanto que olvidará líneas de texto por momentos o dirá involuntariamente pasajes que desvelan cómo será el final, sin necesidad. Esto es perdonable, pues lo salva sin problema. Pero no deja pie a sus compañeros, ni es generoso a la hora de dejarles intervenir. Sus “no, quédate calladita” o “déjame hablar, déjame hablar” muestran cierto grado de soberbia innecesaria a la hora de actuar, y la búsqueda obligatoria de la carcajada.

El desenlace de la función está, sin embargo, más conseguido, y el mensaje final del protagonista no desentona en absoluto. Sin embargo, la sensación general que nos queda es la de una obra floja, demasiado larga y no especialmente bien interpretada, pero que tiene y seguirá teniendo éxito, debido al cariño que el público tiene a Arturo Fernández, al que, si se es aficionado del teatro, hay que ver al menos una vez en la vida.

Valoración: 2/5
“Los hombres no mienten”, de Eric Assous. Repartó: Arturo Fernández, Sonia Castelo, Carlos Manuel Díaz. Dirección: Arturo Fernández. Duración: 110 minutos.
Teatro Gayarre, 9 de julio de 2012.

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