Encara
su última semana una de las obras más bellas del cartel teatral madrileño. Se
trata del monólogo “La bella de Amherst”, que puede verse en la Sala Guindalera. Con trabajo,
dedicación y sensibilidad infinitas, apoyados por pequeñas aportaciones del
público (denominados “micromecenas”), la sala ha conseguido levantar un montaje
que hizo conseguir a su actriz original, Julie Harris, el premio Tony a la
mejor actriz en 1976.
Escrita
por William Luce y tremendamente bien dirigida por Juan Pastor, “La bella de Amherst” narra en primera persona la historia de
la famosa poetisa Emily Dickinson entre 1830 y 1886. Es ella quien narra su
visión y los acontecimientos que considera importantes, no aquellos que más se
recuerdan, y los enlaza con poemas, cartas y demás escritos que ayudan a perfilar
a las personas con las que compartió su vida.
Quizá
intencionadamente, quizá no, Luce consiguió con este texto algo parecido a lo
que sucedía con la Helena de Troya en “Juicio a una zorra”, de Miguel del Arco:
redimir de prejuicios establecidos a personajes ilustres que no han recibido
muy buen trato en el pasado. No ha sido nunca fácil comprender qué poblaba la
mente de Emily Dickinson al escribir unos poemas tan obtusos y a la vez tan
bellos, ni cómo podía adorar la naturaleza y a la vez permanecer encerrada en
su habitación durante años. De hecho, sólo unos pocos poemas vieron la luz
mientras vivió, y siempre bajo seudónimo. El montaje ayuda a entender a Emily y
sus decisiones, y a que el espectador valore la importancia de un personaje tan
ilustre y adelantado a su tiempo y lo respete, tanto si finalmente se encuentra
o no de acuerdo con él.
María
Pastor mete a Emily en su piel y vuelve a sumar otro rico personaje a su
trayectoria. Pasa por un innumerable e hipnótico abanico de emociones, y es
incansable en escena, llenando el escenario tanto como si fuera una obra coral.
No da un respiro al espectador, que se levanta de la butaca rejuvenecido, más inteligente,
sensible y con un apetito voraz de teatro y poesía. No está de más repetir que
es una de las mejores intérpretes teatrales que tenemos actualmente.
Se
trata de un montaje necesario, de visionado obligado para todo amante del arte
y del propio día a día. Además, desde la ya preciosa primera función previa,
que tuvimos el lujo de presenciar antes del estreno, hasta la actualidad, ha
evolucionado muchísimo, llegando a un punto mucho más cercano y accesible, sin
necesidad de haber hecho más comercial el producto.
Por
último, es imprescindible volver a recordar que salas como la Guindalera
requieren de nuestra ayuda. Dada la preparación y excelencia con que presentan
cada nuevo montaje y por el respeto y cariño con que tratan a los espectadores,
no deberían estar experimentando tantas dificultades, principalmente porque su
buen hacer nunca se ha caracterizado por un principio derrochador, sino de
economía de medios.
Sólo
restan cuatro funciones de esta joya, de jueves a domingo. Por favor, no se la
pierdan y llenen la sala.
Valoración:
5/5
“La
bella de Amherst”, de William Luce. Intérprete: María Pastor. Dirección: Juan
Pastor. Duración: 90 minutos.
Sala
Guindalera, 2 de mayo y 13 de junio de 2014.
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